martes, 15 de octubre de 2013

Palabras de amor



Ayer me miró A. desde millones de kilómetros de distancia al sur conectados por una pantalla sostenida entre nuestras manos y me dijo: ¿y si no te lo digo no sabes que te amo? Por unos segundos me sentí confundida. Sí, sí lo sé, le contesté enojada y después de contener todo lo que podía, todo lo que quería decir, colgué.

No todos los días necesito escuchar que me ama. Hay días en los que necesito escuchar en que me quiere bajar los calzones y meterme la mano entre las piernas hasta sentirme húmeda, hasta que me venga. Hay días en los que necesito oírlo decir que me odia un poco por ser tan independiente y que detesta imaginarme riendo, hay otros en los que me gustaría que me dijera que extraña verme de lejos, especialmente cuando me siento a leer y estoy ausente…Y mi voz no te toca

The love words, la chanson del amour, ¿quién no necesita escucharla? incluso aquellos cuyo corazón destrozado los hace jurar que nunca-nunca-nunca volverán a amar, hasta esos, se detienen a escuchar palabras de amor. Las palabras de amor son la belleza de nuestros días, gotas de rocío en las flores de la madrugada, eternas aun con todo el tiempo encima, aun con la contaminación, el estrés, el tráfico de viernes, los trámites en Hacienda. Son únicas, aunque son las mismas desde que hace miles de años cuando alguien inspirado por una sombra las pudo articular. 

Las palabras invocan al amor, lo traen desde las ondas profundidades del inconsciente, le rascan la cabeza despertándolo y quizá por éso pareciera por unos minutos que es dócil, pero no nos andemos con calma sobre las aguas del amor, pues es un río crecido que pide vivirse con temeridad. 

Te amo.

martes, 3 de septiembre de 2013

viernes, 9 de agosto de 2013

???

No sé por qué, pero hay días que cada que me distraigo me encuentro a mí misma masturbándome.


jueves, 4 de julio de 2013

Sorpresa

Seguíamos acostados. Nos contábamos cosas del pasado de cada uno. Cosas que nos habíamos perdido por no habernos visto hace tiempo.

A mí me dio un poco de frío y me puse una playera aunque seguía con el culito descubierto. Tú estabas desnudo. A tí te encanta estar desnudo y a mí eso de tí también me encanta.

Veíamos el techo. Me contaste algo medio triste. No recuerdo exactamente qué de triste porque hubieron varias cosas más o menos tristes en nuestra conversación. Te pedí que te acercaras. Te quería abrazar. Te dije: ven. Y tu viniste. Te subiste arriba mío. Totalmente desnudo. Y ese abrazo que quería darte, en ese tono que era el tono A, digamos, cambió al tono B, digamos, de inmediato. Me sorprendí porque tenías una erección simplemente deliciosa. Deliciosa y certera como sólo puede serlo una erección. Me mordí el labio de abajo porque ¿quién puede con eso? Te subiste arriba mío. Te sentí y entreabrí las piernas mientras te abrazaba con cariño pero también prendidísima y con ganas de que me cogieras súper suavecito. Y así empezaste a hacer. Entreabrí las piernas y te dejé entrar en mí. Y te besé la boca y tú me acariciaste la cabeza y entre un silencio que extrañaba nuestros gemidos, entraste y nunca más saliste.

Tanto no has salido que hoy, todavía, me masturbo pensando en eso.

viernes, 21 de junio de 2013

El secreto de tus calzones

Valeria se empezó a reír, en un principio así como que no queriendo, después a carcajada franca. Me miraba de reojo. ¿Qué? Nada rumi, te tengo que decir algo. ¿Qué? Es que unos amigos, ésos que son tus fans, me confesaron algo. ¿Qué? Pues ya bien pedos entraron a tu cuarto y olieron tus calzones. ¡¿QUÉ?! (muchas risas) Sí, ya les dije que se pasaron de lanza. ¿Cómo te sientes al respecto?

sábado, 18 de mayo de 2013

Extraños pero no ajenos

A mi pueblo viajo ligera. Esta vez me puse los zapatos rojos y un pantalón gris metálico que se me cae de la cadera; con la mochila cayendo de un hombro, me detuve frente a mi asiento vacío (siempre pido pasillo porque voy mucho al baño) y sonreí brevemente al joven de cabellos chinos y mirada tierna quien me sonrío francamente al ver que yo sería su compañera de ruta. Inició el vaivén de las miradas. La ausencia de palabras arraiga los gestos y los hace firmes como signos de puntuación. Ricitos de oro con el ojo derecho leía y con el izquierdo observaba cómo sacaba prendas de mi mochila con tal de no pasar frío. (Si alguien del futuro está leyendo esto permítame hacer una aclaración: durante los trayectos en camión es costumbre sabida que los choferes hacen del aire acondicionado su manera de mantenerse despiertos). Ya que saqué mi arsenal de chales, suéteres, calentadores, intenté subir mi maleta a la estantería pero pesaba demasiado porque además de la computadora siempre llevo libros a pasear a Jalapa, Ricitos de Oro se compadeció de mi y dejó su Proceso en el asiento para cargar mi mochila. Sonreí de nuevo, brevemente, será porque últimamente pienso que un chico tiene que librar batallas con mis otros yo antes de ganarme unas cuantas palabras. Después de un rato de seguir unos tacones corriendo en una película de acción bastante disfrutable, me quedé dormida. Cuando abrí un ojo estaba recargada en mi costado y Ricitos de Oro estaba dormido con su cara frente a la mía compartiendo un momento de intimidad, permaneciendo extraños pero no ajenos. Qué sutiles diferencias. Abrí el otro ojo un poco acalorada por la situación y giré mi espalda para ver si así Ricitos de Oro dejaba de buscarme las palabras no dichas entre los sueños y sucedió algo que nunca pensé que pasaría: Ricitos de Oro recargó su espalda contra la mía y me sentí abrazada como en un cuchareo invertido que disfruté, como se gozan las horas compartidas con los amigos de toda la vida. Justina

lunes, 13 de mayo de 2013

y todo empezó con un sueño

Cuatro años es mucho tiempo para seguir pensando en alguien. ¿O no? Yo diría que sí. Aunque técnicamente no han sido cuatro años de estar pensando en ti constantemente. Sólo me sorprendo cuando, después de un largo rato de ni pensar en tu nombre, ¡PUM!, regresas así como así. Basta encontrarme con una foto de aquéllos tiempos en los que éramos tú y yo contra el mundo (como de película) para que me atormentes en sueños y para que empiece a pensar en ti. Dicen que el primer amor nunca se olvida, y eso es un hecho de la vida (digo, tal vez por eso después de cuatro años, ahí sigues). Después de todo creo que es el amor en su forma más pura, más inocente. Es ciego, muy ciego. Es un amor que te hace sentir que todo es posible, todo es para siempre, sí se puede pelear en contra de todo el mundo y en contra de cualquier distancia, no importa qué tan grande sea. Pero pasa que en muchos de los casos (me atrevo a decir que la gran mayoría), el primer amor muere, se acaba. “No hay amor sin terminarse, por más firmeza que tenga. Hasta el mundo ha de acabarse, cuando el mundo final tenga. Nadie habrá de lamentarse, no hay mal que por bien no venga” dice un muy sabio verso de un son jarocho (¿cómo no amar al Pájaro Cú?). Y llega un segundo, un tercero, un cuarto amor… Pero, ¿es posible que llegue uno que te haga sentir como el primero? ¿Será posible derrumbar todas las barreras y defensas (mecanismos de defensa, más bien –represión, negación, resistencia) que pusiste después de haber sufrido la pérdida de aquél primer amor? Un amor que era increíble, surreal... La pregunta es, ¿será posible sentirnos igual de enamorados como aquella primera vez en la que nos enamoramos incondicional e irrevocablemente? Podré ser una hopeless romantic que ha visto demasiadas chick flicks en su vida, pero yo digo que sí. Me niego a creer que jamás voy a estar igual de enamorada como cuando me enamoré de ti aquélla primera vez. También me niego a creer que sólo hay una media naranja para cada uno de nosotros. Digo, billones de personas en este mundo y creer que sólo existe UNA persona correcta y que nos complementa a la perfección, es una locura. Y, sí, ya pasaron cuatro años y hasta hace unas semanas seguía pensando en ti, de vez en cuando. Pensar que esta regresión al pasado empezó con un simple sueño en el que me decías que todavía me amabas. Los sueños pueden llegar a ser tan intensos… Pero las cosas cambiaron. No voy a darte detalles de en qué sentido o cómo es que cambiaron, pero una cosa sí te digo: ya me liberé de ti.

sábado, 2 de febrero de 2013

Algo que no empieza nunca nunca nunca termina

Me miró de arriba hacia abajo y pregunté: ¿está...? Sí, dijo removiendo la cadena. Subí las escaleras con prisa, con ganas de que arriba no estuvieras. Y también tengo ganas de que nunca leas ésto. Sin saludar a ningún conocido cruzé las cortinas rojas esperando de nuevo no encontrarte. Y ahí estabas, hablando con alguien a quien no conocía y con quien quizá hablabas demasiado cerca. Dijiste: Y yo sonreí. Contenta de que te costara un suspiro decir mi nombre. Un teextrañé se te escapó de los ojos. Asentí y caminé hacia otro lado para dejarte hablar con quien ya reclamaba tu atención de nuevo. Saludé a los amigos que tenía tiempo de no ver. Y bajé corriendo las escaleras sin decirte nada. Pero volví a subir porque mis ojos me reclamaron el no escucharte y mi boca el no verte y mi naríz el no tocarte y al fin sobre mi cerebro triunfaron mis sentidos. Reímos, agarraste mis zapatos rojos y no sé ni cuándo dijiste que durmiéramos juntos, no, no lo dijiste y sólo te miré con cara de porquéchingados no me dices que me quieres besar. Pero estás todo amarrado y ni sé de dónde o por qué yo estoy amarrada a lo mismo. Sólo quiero... Dormimos abrazados, con camisetas y calzones puestos, cada quién el suyo, por supuesto. Justina

miércoles, 23 de enero de 2013

Starring Nosotras

The way I see stuff San Francisco 1972 D.F. 2013 Freedom comes with responsability. No mames, nos drogamos. Pero compramos 100 varos de dulces. We love each other. Sabemos cómo apapacharnos. Feminism is overrated. Cómo quisiera darte una patada en el culo. ¿Qué chingados dijiste? Siéntate que te quiero contar un secreto. Pónte una rola, plis. I like the way you see. Pongamos un grupo: ¿Quién dijo que tocaba las hojas caer? Yo toco el ábaco. Yo toco mi cuerpo. Me compré un dildo. I touch myself. Yo no quiero hablar de sexo. Me caga que ese wey no levante ni su puto plato. Pinche feminazi. Vamos de gira a la sala. No tenemos tanto tiempo libre. Puras mamadas. ¿Quiénes son esas viejas? Cuatro o cinco mujeres acostadas. El cuchareo. We want real women stories. Queremos contar nuestra historia porque nos hacemos fuertes a veces sin darnos cuenta. We are not alone. Yo soy muy cristiana. ¿En dónde termina todo esto? Ojalá dejaras de hacer preguntas. No tenemos que probarnos nada. ¿Te acuerdas de que estaban prohibidas las minifaldas? Y votar. ¿Te acuerdas de que estaban prohibidos los anticonceptivos? Y hablar en cuartos donde sólo había hombres. ¿Cómo chingados me voy a acordar si ni había nacido? Por éso. Me dan ganas de llorar. ¿Por qué?